dilluns, 8 de juny del 2009

Emocions diverses

Mami

tenemos que estar agracedidas a la vida porque la Yaya se nos va dulcemente, con tiempo. El mismo tiempo que tienen los bebés para crecer, aprender, tener cosas, tiene la Yaya para disminuir, olvidar, desprenderse de las cosas. Y no es eso lo mejor?

Se olvida de las cosas como los bebés absorben las nuevas sensaciones. Una y otra vez. Eres su madre, su hermana y su hija al mismo tiempo. Lo que no ve, no existe, como los bebés.

Si que es un gran paso que se haya desprendido de su casa de golpe. Quizá en el fondo, esa pequeña precipitación es lo que peor sabe. Quizá necesite, entonces, algun tiempo para aclimatarse a no tener nada "suyo". Pero, ¿no es así como nacemos? Sin nada. Y ¿cómo nos iremos? sin nada. Por lo tanto, es lo natural. Desprenderse de las cosas es un suceso totalmente natural, pues el destino de la vida es irte sin nada.

Un dia iremos a visitarla y ya no se acordará de nosotros. Los bebés te ven una y otra vez y nunca se acuerdan de que te han visto antes. Si no los ves cada dia o muy amemenudo, no te recuerdan.

Sólo cuando eres adulto eres capaz de no ver a un amigo durante mucho tiempo y ser capaz de revivir las mismas sensaciones que tuvistes cuando lo viste por última vez. Luego, el tiempo, todo, todo, se olvida.

La Yaya ya se ha olvidado de su casa. Y tu, y nosotros, le hemos ayudado a que lo haga. Igual que a un bebé se le ayuda a acordarse, a reconocer su habitación, sus juguetes.

Igual que tu y que yo no nos acordamos de nuestros primeros años de vida, igual los ancianos, la Yaya no se acuerda de sus últimos años de vida. Sólo el aquí y el ahora. No valen recuerdos. No se necesitan.

Mami. Estate tranquila.

Quizá este bloc es la prueba de que no hace falta que todo se olvide. Ayúdame a completar.

Tu hija. Nieta de la Yaya.

dimecres, 3 de juny del 2009

La Residencia

La Yaya ya hace tres semanas que está en la residencia. Parece que está bastante bien, aunque la señora tiene sus más y sus menos, y se va adaptando a su nueva casa. Ayer mismo me lo dijo: estábamos en la entrada de la instalación y nos dijo que ya era hora de volver a casa, que si no le dirian algo.


Miré a todos: Dios mio! ahora le tendré que decir que no va a volver a casa!! Pero no, ella se referia a su nueva casa: la habitación de ver la tele. Con todos esos residentes, con sus más y sus menos.


La que sufre de verdad es mi pobre mami, su única hija. Pero sufre porque quiere. Más no puede hacer. Ánimos: la Yaya está bien. Eso es lo que importa.