Mi tio Faustino fué hermano de mi Yaya, el tercero de los hijos de Inocencia Guerra y David Pérez. Casado con la Mercedes, tuvo dos gemelos y a mi primo David.
Antes que él, hubo otro Faustino, que se murió a les tres meses de edad, de una enfermedad llamada
garrotillo, en Salamanca. Entonces era costumbre, si se moría un hijo, ponerle el mismo nombre al siguiente, si era del mismo sexo.
Mi Yaya, junto con mi abuelo, llegó a Portbou poco antes del 1946. Año que nacería mi madre. Poco a poco se vinieron también sus hermanos. Faustino se había casado con una gaditana, la Mercedes, que nunca ha perdido su típico acento.
Faustino se puso a hacer de zapatero. Yo lo recuerdo, bastantes años más tarde, claro, en la zapatería, trabajando. En verano, las tardes las pasábamos con mi primo David y su amigo, que nos preparaban juegos de magia y de circo. A veces íbamos a la zapatería. El ruido de las máquinas me daba mucho miedo.
Mi primo, sus hermanos y sus padres vivían todos en la misma casa que estaba la zapatería. Entrabas, atravesabas el infernal ruido de las limas de los zapatos, de las que a veces salían chispas, y entrabas en la cocina de la casa. También había habitaciones, un piso arriba y un patio, donde antaño se habían criado gallinas.
Recuerdo la estufa de queroxeno, el olor a lentejas en la cocina de mi tía, la guitarra electrica de mi primo, el jarrón y la palangana para lavarse las manos... Seguro que mis primos tendrían mucho que contar...
Se mudaron a la casa de enfrente, unos pisos nuevos, a los que se entraba por la otra calle. Mi primo, que nos daba clases de repaso en verano, montó allí una especie de academia de refuerzo. En la pared de enfrente de las máquinas de hacer zapatos, puso una pizarra enorme. No tengo ni idea de dónde sacó los pupitres.
No había vuelto a la casa hasta hace dos o tres veranos. Está en el fondo de una calle sin salida. La calle dónde yo nací. Hoy mismo he visto la foto en fb, en el muro de la
Teresa Puig, y me ha hecho recordar...
No sé si la cuerda es para que nadie pase, o para colgar la ropa, algo muy típico de esta calle, al menos antes.
Curiosa factura la de la casa. El repujado de hormigón (hormigón de antes) sobre las piedras de diferents formas y tamaños: las piedras del lugar, que hablan del origen humilde de estas viviendas.
La puerta evidencia el uso de esta casa como almacén de andróminas. Y no creo que fueran de la casa, sinó que la gente ha ido echando ahí las cosas que no quería. Lo interesante está en el techo de la vivienda: era de cañas y vigas de madera, simplicidad absoluta: esta casa se puede ir cayendo a trozos y todo se podrá incorporar al ciclo de la naturaleza.
Este es el piso superior de la casa de al lado, la última de la calle. Igual factura.